LA HISTORIA DE LAS CREADORAS DE ESSEM: PARTE 2

LA HISTORIA DE LAS CREADORAS DE ESSEM: PARTE 2

Laura

 

El skincare siempre ha hecho parte de mi vida. Cuando era chiquita una de las cosas que más me gustaba hacer era ver a mi abuela haciéndose su rutina de la noche. Los fines de semana me encantaba quedarme a dormir en su casa, y sentarme al lado de ella en su tocador antiguo, herencia de su mamá, y ver como se ponía producto tras producto. A los 3 años ya le pedía que me dejara echarme alguna crema, y ella siendo la abuela más linda del mundo me dejaba jugar en su tocador, y experimentar con todo su skincare y su maquillaje. Y la verdad hoy en día entiendo porque mi abuela le ponía tanto empeño a su rutina; a sus 80 años tiene una piel envidiable.

 

Esa fascinación se trasladó a mi preadolescencia y adolescencia, una etapa de mi vida en la sufrí muchísimo con mi autoestima y amor propio porque tenía sobrepeso, y me costaba aceptarme como era. Pero mi piel era lo único que me gustaba de mi cuerpo, y por eso le dedicaba mucho tiempo y esfuerzo. Le pedía a mi mamá que me comprara limpiadores, cremas, mascarillas, y me pasaba horas el baño probando cosas nuevas. Compraba todas las revistas de adolescentes e iba directo a la sección de belleza para aprender nuevas recetas de tratamientos para hacer en casa. Recuerdo que desde muy chiquita mi mamá y mi abuela me enseñaron la regla de oro, utiliza bloqueador todos los días. Por eso todas las mañanas a las 6 de la mañana antes de irme al colegio no me podía faltar mi bloqueador, y en el recreo de las 10 de la mañana me lo volvía a poner.

 

A medida que fui creciendo me empecé a interesar más por el lado técnico del skincare, y empecé a investigar sobre mi tipo de piel y los ingredientes que le funcionaban. Cada vez que iba al dermatólogo le preguntaba por temas que había leído para incorporar nuevos ingredientes a mi rutina. Amaba probar todo tipo de productos, y mi tía que es médica sabía mi fascinación, así que cada vez que le regalaban muestras de productos dermatológicos me las mandaba para que pudiera utilizarlas. ¡Y adivinen en qué me gasté mi primer sueldo de mi primer trabajo! Salí caminando de mi oficina a Fedco del Andino y me compré cuanto producto me pareció interesante.

 

Así que el skincare siempre ha hecho parte de mi vida, y creo que por los recuerdos tan lindos que tengo alrededor de este tema, siempre he sentido que mi rutina de skincare es un momento de amor propio, ese que tanto me ha costado construir a través de los años. Cada vez que hago mis rutinas, que pruebo un producto nuevo, que preparo una mascarilla en la casa, me remonto a esos momentos en el tocador antiguo de mi abuela viendo a través de los ojos de una niña de 3 años el fascinante mundo del cuidado de la piel. Y esa es una gran parte de la razón de ser de Essem. Más adelante les contarémos la historia de cómo en Santa Marta, nuestro lugar favorito en el mundo, Cris y yo concebimos este sueño, pero todo parte de nuestro amor por el skincare y de querer que muchas más personas puedan compartir esta pasión con nosotras.

 

Cristina

 

Como buenas hermanas, Laura y yo siempre hemos sido polos opuestos. Y creo que es por esto que nos llevamos bien. Cada una siempre ha tenido pasiones y gustos muy diferentes y creo que al final nos complementamos muy bien. Empecemos entonces por el skincare, algo que, a diferencia de ella, yo no disfrutaba desde pequeña. Laura era artista, totalmente vanidosa, brillante, la mejor del curso, odiaba el deporte ya que siempre pensaba en temas como shopping, cuidado de la piel y en ser presidente de Colombia algún día jaja (a mi juicio, una excelente mezcla la verdad). Yo, por el contrario, si bien amaba la ropa o ir de shopping, tenia mi cabeza en el deporte, en hacer amigos, en ir a fiestas y claramente no era la mejor del curso, de hecho, algunos profesores decían que era una “mente perdida” pues era bastante vaga y me gustaba ir al colegio básicamente para estar con mis amigas y para ir a mis entrenamientos del equipo de cheerleaders. El skincare no era parte de mi vida en ese momento, como deportista solo utilizaba bloqueador y lo hacia sin conciencia, solo porque mi abuela y mi mama insistían a tal punto que me compraban el que yo quisiera.

 

Las hermanas mayores juegan un papel fundamental en la vida de las pequeñas y esto no fue una excepción en mi caso. Yo veía siempre a mi hermana (Laura es la mayor, como les hemos contado) muy preocupada por cuidar su piel, por comprar maquillaje que no tuviera tantos químicos, se sentaba a hablar con mi mama sobre los productos que quería comprar y de hecho hacían planes juntas para ir a conseguirlos. Yo simplemente las acompañaba al plan para comprar ropa y tomarme un café, pero realmente no entendía bien por que debía gastar plata de mi mesada en eso si podía ahorrar y salir el viernes a comer con mis amigas. Hoy puedo entender, porque Laura tenia una piel “de porcelana” como le decía mi abuela, y yo por el contrario tenía acné de adolescente. En gran parte el tema del acné me acerco a este mundo, aunque yo lo seguía viendo como un tema médico, aburrido y obligatorio para no tener “granos”. Pero cuando fui creciendo y estaba en los últimos años de bachillerato, cuando ya había tenido un tratamiento con Roaccutane para el acné, cuando ya tuve mi primer novio y empecé a salir mas, comencé a preguntarle mas a mi hermana sobre el tema, aunque aun no me atraía del todo, tuve un primer acercamiento al mundo del skincare y decidí comprar mi primera crema hidrante, era de Loreal, la compre en Carulla, no se me olvida.

 

Hay algo también importante en esta historia y es mencionar que Laura y yo estudiamos en el Marymount de Bogotá, un colegio femenino, en donde crecimos con mujeres, en donde aprendimos con nuestras amigas todo lo que conlleva ser mujer y es por esto que yo, no solo veía a mi abuela, mi mama, y mi hermana comprando y usando “cremas para la cara” si no que algunas de mis amigas también ya empezaban a entrar en este mundo apasionante y esto si que me presiono a querer ir mas allá. Por esto, en 11, mi ultimo año escolar, comencé a ir con mas frecuencia al dermatólogo, empecé a disfrutar estas citas y no a ir obligada como lo hice en mi adolescencia. De la mano con mi medico, el que me ayudo mucho con el acné hormonal que tuve más joven, empecé a meterme más y más en el cuidado de la piel y en ese momento comencé a usar más productos (tenia una rutina básica: limpiador, hidratante y bloqueador). En la universidad, ya era casi que una moda el skincare, todas las niñas tenían una rutina básica y nadie salía de la casa sin bloqueador.

 

Por otro lado, como buena administradora de empresas, siempre quise ser emprendedora, tener una marca, y mas como apasionada del Marketing. Sin embargo, decidí irme primero al mundo corporativo, para tener unos buenos años de experiencia trabajando en grandes multinacionales para algún día aplicar lo aprendido en mi propia empresa. Fue así, como Laura y yo un día, en la tierra de mis abuelos -Santa Marta- empezamos a soñar en convertir nuestras pasiones en nuestros trabajos. Y que mejor que unir el skincare, nuestra hermandad y nuestras carreras para concientizar, ayudar y guiar a todos en este apasionante mundo. Yo al final entendí, que el cuidado de la piel es una INVERSION para el resto de la vida, y si no, que lo diga Laura, la de la piel de porcelana que se cuidaba desde los 14.

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