CÓMO HE LOGRADO SANAR MI RELACIÓN CON LA COMIDA Y CON MI CUERPO – LAURA

CÓMO HE LOGRADO SANAR MI RELACIÓN CON LA COMIDA Y CON MI CUERPO – LAURA

Mi relación con la comida y con mi cuerpo siempre ha sido un desastre. Desde que tengo memoria he lidiado con problemas con la alimentación y con mi autoestima. He pasado por todos los estados. En mi preadolescencia tenía obesidad, después desarrollé varios desórdenes alimenticios, y llegué a estar en un peso tan bajo que me generó deficiencias de nutrientes en mi cuerpo hasta el punto de llegar a no tener menstruaciones. Este año al principio de la pandemia me subí muchísimo de peso. Empecé a comer de forma emocional. Si estaba triste comía, si estaba feliz comía, si tenía ansiedad comía. Y aunque hace varios años me habían dado de alta del tratamiento para mis anteriores desordenes alimenticios, después de hacer una reflexión acepté que esto también era una forma de desorden alimenticio y decidí buscar ayuda. Me di cuenta que toda mi vida me he movido entre periodos en los que como todo lo que se me atraviese por delante, seguidos por periodos donde no como nada para tratar de compensar el peso que he subido. Pero en este momento de mi vida, cuando estoy cerca a los 30 años y ya empiezo a pensar en empezar una familia (quiero tener hijos en el mediano plazo), es más importante que nunca poder solucionar ese problema de raíz y finalmente tener una relación saludable con la comida y con mi cuerpo. En este momento he logrado bajar 10 kilos, pero lo he hecho de una forma saludable y sostenible. Y más que esos 10 kilos celebro todos los otros logros que han venido con este cambio en mi estilo de vida, como por ejemplo poder controlar una condición crónica que me diagnosticaron, que en el 90% de los casos solamente se logra controlar con medicamentos. En este blog quiero contarles algunas de las cosas que me han funcionado y los paradigmas sobre el peso y la salud que he logrado cambiar en mi mente. Sin embargo, reitero que si ustedes se encuentran en una situación similar el primer paso debe ser buscar ayuda profesional para entender las causas de raíz que no nos permiten tener una buena relación con nuestro cuerpo.

 

1. Tener expectativas realistas

 

Vivimos en un mundo en el que todos los días nos vemos bombardeados por imágenes de perfección. En redes sociales todos los días vemos a las familias perfectas, las casas perfectas, los cuerpos perfectos. Creo que en este punto todos nos hemos encontrado con alguna publicidad en Instagram que promete que si haces este programa de 3 meses para bajar de peso te vas a ver como la modelo perfecta que lo está promocionando. Eso hace que las expectativas que tengamos para nosotros mismos se basen en ese modelo de perfección. La realidad es que cada cuerpo es diferente (y hermoso) y nuestra expectativa nunca debería ser vernos como una u otra modelo o Instagrammer. Nuestra expectativa debe basarse en nosotros mismos. No quiero ser ni verme como otra persona, quiero ser la mejor versión de mi misma.

 

2. Tener metas que no se basen solamente en el peso

 

Es normal que cuando empezamos un estilo de vida saludable nuestra principal motivación sea el peso. Pero la realidad es que el peso es una medida que depende de tantas variables, que al final no nos dice realmente cuanto hemos progresado. Por eso es importante tener otras metas que no se basen en el peso. Por ejemplo, a mí me ha ayudado mucho basar mis metas en mi progreso con el ejercicio. Como es la primera vez en mi vida que hago ejercicio con disciplina, es muy gratificante cuando veo mejoras en mi estado físico. Siempre celebro cuando logro hacer 10 minutos más de ejercicio, hacer un ejercicio con un peso mayor a la semana anterior, hacer unas repeticiones extra. Al principio de la cuarentena cuando salía a caminar con mi esposo me fatigaba a los 10 minutos, y hoy he logrado hacer caminatas de dos horas en subida en senderos de montañismo. Esos logros me motivan muchísimo más que el número en la pesa.

 

3. Encontrar actividades que nos hagan felices para mantenernos activos

 

Unas de las cosas que más me ha ayudado a ver cambios reales es incorporar el ejercicio en mi rutina. Como les mencioné anteriormente, esta es la primera vez en mi vida en la que logro mantener una vida activa por más de un mes. En el pasado me he inscrito en un sinnúmero de gimnasios, he tenido varios entrenadores personales, y siempre he abandonado estas actividades menos de un mes después de haber empezado. Esta vez llevo 6 meses haciendo ejercicio todas las semanas, porque esta vez estoy haciendo actividades que me gustan. Tengo que confesar que odio correr, pero he logrado encontrar otras actividades de cardio como kickboxing o Zumba, que me fascinan. No me gustan los ejercicios de alto impacto porque siento que mi cabeza se está explotando, pero amo hacer entrenamientos funcionales con peso. He encontrado un par de programas con instructores que tienen una energía que me encanta y me motivan a dar lo mejor de mí misma y siempre terminar las sesiones. Así que mi mejor consejo es que encuentren actividades que los hagan felices. Si no te gusta correr no tienes que correr, si no te gusta montar bicicleta no tienes que montar bicicleta. No hagas lo que otros te dicen que debes hacer, busca una forma de mantenerte activo que te haga feliz a ti.

 

4. Aprender a cocinar

 

Comer saludable es muchísimo más fácil si cocinas tus propios alimentos. Cuando comemos comida que ya viene lista es más difícil saber exactamente lo que estamos comiendo. Además, si cocinas tus propias comidas puedes ser más creativo con las preparaciones y hacer comidas que no sean aburridas. Te pongo un ejemplo. ¿Que te suena más rico, una pechuga de pollo a la plancha con ensalada como acompañamiento, o unos noodles de zucchini (pasta hecha con zucchini) con salsa de pollo y vegetales? Lo más probable es que un restaurante encuentres la primera opción, pero en tu casa puedes hacer la segunda. Los valores nutricionales serán muy parecidos, pero seguramente los noodles de zucchini te satisfagan mucho más.  Cuando cocinas en casa puedes hacer preparaciones mucho más creativas y que hacen que la hora de la comida sea mucho más emocionante, y esto hace que comer saludable sea sostenible y se pueda volver parte de tu estilo de vida.

 

5. Encontrar un balance

 

Tener un estilo de vida saludable no significa que nunca más en tu vida puedas comerte una pizza, una hamburguesa o un postre. Claro que puedes comer las cosas que más te gustan, pero lo importante es que no sea una cosa de todos los días. Yo todos los fines de semana me relajo un poco más con la alimentación. Eso no significa que el fin de semana entero coma pura comida rápida, pero si me permito comer cosas que me gustan. Casi todos los Domingos me como un postre y no me “castigo” por hacerlo. Simplemente el resto del día sigo comiendo normal. También me ha servido mucho encontrar opciones un poco más saludables de las comidas que más me gustan. Por ejemplo, los viernes en la noche me dan muchas ganas de pizza, y aunque algunas veces decido pedir una pizza tradicional de mi restaurante favorito, otras prefiero hacer en mi casa una versión saludable con masa a base de coliflor. Lo mismo me pasa con los dulces. Yo soy amante del dulce y los fines de semana me permito comerme un postre de verdad. Pero a veces entre semana me dan muchos antojos de algo dulce, y entonces horneo en mi casa unos mini muffins de banano sin azúcar, que me ayudan a matar el antojo.

 

6. Darse todo el amor posible

 

Les confieso que esta es la parte que más me ha costado. Amarme y amar mi cuerpo tal y como es. Es difícil encontrar ese balance entre querer ser más saludables y amar nuestro cuerpo en su estado actual. Cuando estamos en un proceso de transformación es muy fácil caer en el pensamiento de que algún día amaremos nuestro cuerpo cuando lleguemos a nuestra meta. Pero la verdad es que amar nuestro cuerpo no es un destino al que llegamos, es un camino que recorremos. Nuestro cuerpo es maravilloso y hermoso sin importar como se vea. Nuestro cuerpo es el que nos permite correr, bailar, disfrutar la vida, y por eso le debemos todo el amor del mundo. Y si no amas tu cuerpo en su estado actual es muy probable que no lo vayas a amar cuando llegues a esa meta que tienes en tu cabeza. Cuando yo estaba en mi peso más bajo, todavía odiaba mi cuerpo. Por eso lo más importante es a nivel emocional sanar nuestra relación con nosotros mismos y aceptar que sin importar como se vea, nuestro cuerpo es perfecto.

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